LEONERA
Leonera
Director: Pablo Trapero
País: Argentina
Año: 2008
Duración: 113 minutos
SINOPSIS
Julia (Martina Gusman) es una joven acusada del asesinato de su novio. Aunque las circunstancias del crimen no están claras, acaba ingresando en prisión. Abatida y embarazada deberá adaptarse a su nueva vida en la cárcel, donde nacerá su hijo Tomás... (FILMAFFINITY)
Director: Pablo Trapero
País: Argentina
Año: 2008
Duración: 113 minutos
SINOPSIS
Julia (Martina Gusman) es una joven acusada del asesinato de su novio. Aunque las circunstancias del crimen no están claras, acaba ingresando en prisión. Abatida y embarazada deberá adaptarse a su nueva vida en la cárcel, donde nacerá su hijo Tomás... (FILMAFFINITY)
Contexto
Leonera es una película argentina reciente; se estrenó en mayo del 2008 en Buenos Aires y a finales de noviembre del mismo año en Francia. Es el quinto largometraje del director Pablo Trapero (1999: Mundo Grúa, 2002: El Bonaerense, 2004: Familia Rodante, 2006: Nacido y Criado).
Las películas de Trapero suelen ser realistas ya que muestran un aspecto de la vida cotidiana contemporánea de la población argentina y se enfocan en la evolución de un personaje central en un ámbito (a menudo social) fijo determinado; en esto se puede decir que son filmes bastante estáticos. En general, poco sabemos de los personajes principales: al empezar la película, entramos en su vida, no hay presentación y sólo somos testigos de sus transformaciones.
Las películas de Trapero suelen ser realistas ya que muestran un aspecto de la vida cotidiana contemporánea de la población argentina y se enfocan en la evolución de un personaje central en un ámbito (a menudo social) fijo determinado; en esto se puede decir que son filmes bastante estáticos. En general, poco sabemos de los personajes principales: al empezar la película, entramos en su vida, no hay presentación y sólo somos testigos de sus transformaciones.
Trailer
Personajes
Julia
Julia es una estudiante argentina de unos veinticinco años, delgada y con el pelo teñido de rubio. Al principio, la joven está perdida, ahogada en todo lo que le acontece (la pelea violenta en la que muere su novio, su embarazo y su encarcelamiento en la unidad de madres presas). Poco a poco, Julia va afirmándose, toma más confianza en ella misma y se va haciendo más fuerte. (Noemi, 2009-2010)
Julia es una estudiante argentina de unos veinticinco años, delgada y con el pelo teñido de rubio. Al principio, la joven está perdida, ahogada en todo lo que le acontece (la pelea violenta en la que muere su novio, su embarazo y su encarcelamiento en la unidad de madres presas). Poco a poco, Julia va afirmándose, toma más confianza en ella misma y se va haciendo más fuerte. (Noemi, 2009-2010)
El novio de Julia se llamaba Nahuel Heredia. Pese a que sólo aparezca su cadáver en la película, es un personaje central de la intriga: la relación complicada que mantenía con su amante Ramiro Nievas y con Julia desemboca en el embarazo de ésta y en la violenta pelea entre los tres (en la que muere Nahuel Heredia) y de la que nadie consigue acordarse exactamente. (Noemi, 2009-2010)
Hugo Casman y Marta Rojo
En este enfrentamiento, cada una de las mujeres tiene un aliado: el abogado defensor de Julia, Hugo Casman, apoya a Sofía, mientras que la presa Marta Rojo está con Julia y la ayudará lo más posible en este asunto. Marta Rojo es una de las madres presas del pabellón carcelario de Julia. Esta india, que encarcelaron por problemas de dinero, se convertirá en la confidente y amiga de la protagonista, y poco a poco llegarán a formar una pareja que se ayudará mutuamente. Es un personaje clave para que Julia se acostumbre al nuevo ámbito de la prisión. (Noemi, 2009-2010)
En este enfrentamiento, cada una de las mujeres tiene un aliado: el abogado defensor de Julia, Hugo Casman, apoya a Sofía, mientras que la presa Marta Rojo está con Julia y la ayudará lo más posible en este asunto. Marta Rojo es una de las madres presas del pabellón carcelario de Julia. Esta india, que encarcelaron por problemas de dinero, se convertirá en la confidente y amiga de la protagonista, y poco a poco llegarán a formar una pareja que se ayudará mutuamente. Es un personaje clave para que Julia se acostumbre al nuevo ámbito de la prisión. (Noemi, 2009-2010)
Entonces, todos estos personajes contribuyen a la evolución, la metamorfosis de Julia, personaje central de esta película.
Resumen
Julia se despierta por la mañana en su piso, con el cuerpo lleno de moratones y de heridas leves. Se ducha y va al trabajo como cualquier otro día, pero volviendo más tarde a su hogar, topa con los cuerpos de Nahuel y Ramiro, ensangrados e inconscientes. Nahuel ha muerto, pero Ramiro sigue vivo. Ambos vivían en el piso de Julia, abusando de su paciencia. Todos juntos formaban un trio confuso.
Ella no consigue acordarse de lo que pasó la noche anterior y la llevan a la unidad penitenciaria de presas madres y/o embarazadas ya que la joven está embarazada de uno de sus dos compañeros pero no sabe precisamente de quién.
La chica está completamente desorientada y en un principio rechaza su embarazo que ve como una desgracia más. Pero durante su encarcelamiento, aparecen dos personajes que se incorporan a su vida: su madre, quien intenta reanudar el contacto con ella ayudándola (le manda ropa para ella y su hijo, tarjetas de teléfono...) y Marta quien le enseñará lo mejor posible a desempeñar su papel de madre en este entorno tan poco adaptado.
Así, la joven perdida que ingresaron en la cárcel se está endureciendo y fortaleciendo.
En cuanto a lo de la muerte de Nahuel Heredia, los jueces tienen a dos asesinos posibles: Julia y Ramiro Nievas. A este último lo llevaron a otra unidad penitenciaria. Las declaraciones de ambos se oponen ya que se acusan el uno al otro. Sin embargo, cuando Julia encuentra las fuerzas necesarias para ir a visitarle con su hijo Tomás, Ramiro le promete cambiar su declaración, pero le explica su actitud con el hecho de que ambos están solos y tienen que arreglárselas sea como sea para sacarse del infierno carcelario. En el juicio, el testimonio de Ramiro incriminará de forma directa a Julia, lo cual influenciará mucho la sentencia final.
En la cárcel, Julia se está dando cuenta de que lo único que le puede importar ahora es su hijo Tomás. Es él quien le da esperanza y que le permite encontrar una meta en la vida, una causa por la que luchar. En efecto, se plantea el problema de la crianza del niño, saber qué es lo mejor para él: quedarse con su madre en la prisión o ser libre pero crecer sin la presencia maternal cotidiana. Se inicia entonces una lucha entre Julia y su madre Sofía por la custodia de Tomás.
Trás unos años en la prisión, Julia se acostumbró al universo carcelario y sigue luchando por su hijo y también por su libertad. (Noemi*, 2009-2010)
*Estudiante de Licenciatura en español en la Universidad de Nancy. Estaba en tercer año.
Ella no consigue acordarse de lo que pasó la noche anterior y la llevan a la unidad penitenciaria de presas madres y/o embarazadas ya que la joven está embarazada de uno de sus dos compañeros pero no sabe precisamente de quién.
La chica está completamente desorientada y en un principio rechaza su embarazo que ve como una desgracia más. Pero durante su encarcelamiento, aparecen dos personajes que se incorporan a su vida: su madre, quien intenta reanudar el contacto con ella ayudándola (le manda ropa para ella y su hijo, tarjetas de teléfono...) y Marta quien le enseñará lo mejor posible a desempeñar su papel de madre en este entorno tan poco adaptado.
Así, la joven perdida que ingresaron en la cárcel se está endureciendo y fortaleciendo.
En cuanto a lo de la muerte de Nahuel Heredia, los jueces tienen a dos asesinos posibles: Julia y Ramiro Nievas. A este último lo llevaron a otra unidad penitenciaria. Las declaraciones de ambos se oponen ya que se acusan el uno al otro. Sin embargo, cuando Julia encuentra las fuerzas necesarias para ir a visitarle con su hijo Tomás, Ramiro le promete cambiar su declaración, pero le explica su actitud con el hecho de que ambos están solos y tienen que arreglárselas sea como sea para sacarse del infierno carcelario. En el juicio, el testimonio de Ramiro incriminará de forma directa a Julia, lo cual influenciará mucho la sentencia final.
En la cárcel, Julia se está dando cuenta de que lo único que le puede importar ahora es su hijo Tomás. Es él quien le da esperanza y que le permite encontrar una meta en la vida, una causa por la que luchar. En efecto, se plantea el problema de la crianza del niño, saber qué es lo mejor para él: quedarse con su madre en la prisión o ser libre pero crecer sin la presencia maternal cotidiana. Se inicia entonces una lucha entre Julia y su madre Sofía por la custodia de Tomás.
Trás unos años en la prisión, Julia se acostumbró al universo carcelario y sigue luchando por su hijo y también por su libertad. (Noemi*, 2009-2010)
*Estudiante de Licenciatura en español en la Universidad de Nancy. Estaba en tercer año.
Diálogos
Charla entre Julia y su abogado en el locutorio de la cárcel. El abogado le entrega lo que ella tiene que declarar ante el juez.
Abogado: Toma. Esto es lo que le tenés que contar al juez. Léelo en voz alta.
Julia: ¿Para qué lo tengo que leer en voz alta?
Abogado: Vamos a practicar.
Julia: “Vivo en un departamento de mi familia; mi madre vive en Francia desde hace trece años. Viví sola durante cuatro años. Conocí a Nahuel; empezamos a salir. Me pidió quedarse unos días en mi casa; se iba a quedar por una semana pero se quedó a vivir conmigo. Tiempo después...trajo a un amigo suyo, Ramiro, a vivir con nosotros...” ¿Me lo tengo que aprender de memoria?
Abogado: No, no te lo tenés que aprender de memoria, ¡te lo tenés que creer! Pensá que vas a tener adelante al juez, al fiscal, a los perritos. ¡Te vas a cagar en las patas! Vos tenés que convencerlos a ellos.
Julia: “Poco a poco me empezaron a desplazar. Yo los mantenía. Yo me sentía una extraña en mi propia casa. (Aspiración) Pero trataba de no generar problemas y vivir lo mejor posible. Un día los encontré a los dos en mi cama. Pero nunca se fueron. Eso fue como hace dos años, y ahí empezó todo.”
Abogado: Ahora, lo importante es que ellos te crean a vos y no a Ramiro. No te salgas del libreto y trata de no dar lástima, ¿entendiste? Tenés que ser fuerte.
Mientras seguimos escuchando las recomendaciones del abogado, cambiamos de marco: vemos a Julia bajando de un furgón: la llevan ante el juez.
Encargada: Abajo Señora.
Abogado: Y no vayas a llorar, ¿entendés? Es muy importante que no llores.
En la sala de detención antes de comparecer ante el juez: sólo una verja separa a los presos de las presas.
Presa: ¡Hey macho! ¿Qué haces macho? ¿Qué miren? Hey, ¡respeten, que está embarazada!
Preso: ¿Cuánto falta encargada? ¡Maldición, desde la seis de la mañana que estamos acá!
Presa: ¡Ay, qué calor que hace, chiripa! ¡Y estos hijos de puta que no atienden! ¡Están ahí dentro haciéndose la paja mientras que uno se está cagando de calor acá! ¡Hijos de puta! Mira... ¡Euu! Estos monos, ¡mira el hambre que tienen! ¿De dónde son ustedes, de Campana? ¿Vienen de Campana?
Preso: ¿Quién le conoce a vos pa’ preguntarme de dónde soy, eh?
Presa: Eh, bueno, ¡te estoy preguntando!
Preso: Y vos, ¿de dónde sos?
Presa: ¿Y a vos que te importa? ¡Yo te estoy preguntando a vos de dónde sos!
Preso: ¡Y yo que no te conozco de ningún lado!
Presa: ¿De dónde son? ¿De Olmos? ¡Ah, mira! ¡A mi me dijeron que los de Olmos son todos unos putos! (protestaciones)
¡Mira! ¡Mira! ¡Mira! ¡Maricón! ¡A coser! ¡A coser! ¡Ándate a coser tus bragas! ¡Que no te pongas celoso, que no te lo voy a sacar! (Exclamaciones)
Encargado: Zárate Julia, ¡venga!
Presa: ¡Era hora! ¡Cómo la hacen sufrir a la iba! ¿Por qué no la vinieron a buscar más temprano?
Preso: ¡Suerte Julia!
Ante el juez.
Julia: Conocí a Nahuel. Vino unos días a quedarse en mi casa. Se quedó viviendo conmigo. Entonces, apareció Ramiro, que era un amigo de Nahuel. Se quedó unos días con nosotros...
Juez: Muy bien Zárate. Pero, ¿qué fue lo que exactamente pasó esa noche?
Julia: Esa noche llegué a mi casa, ellos estaban discutiendo en mi habitación, se escuchaban golpes. Después llegó Ramiro, tenía golpes en la cara, fue a la cocina, buscó un cuchillo, volvió. Ahí aparece Nahuel; creo que él fue quien me pegó. El cuchillo estaba en el piso. Había mucha sangre. Yo agarré el cuchillo...Y ahí no me acuerdo más.
Fiscal: Julia... ¿Ellos sabían que estabas embarazada?
Julia: No.
Fiscal: ¿Y por qué no se lo dijistés?
Julia: No tuve tiempo, fue todo muy rápido.
Juez: ¿Sabe quién es el padre?
Julia: Nahuel.
Otro: ¿Se refiere a Nahuel Heredia, la víctima?
Julia: Sí.
Abogado: Toma. Esto es lo que le tenés que contar al juez. Léelo en voz alta.
Julia: ¿Para qué lo tengo que leer en voz alta?
Abogado: Vamos a practicar.
Julia: “Vivo en un departamento de mi familia; mi madre vive en Francia desde hace trece años. Viví sola durante cuatro años. Conocí a Nahuel; empezamos a salir. Me pidió quedarse unos días en mi casa; se iba a quedar por una semana pero se quedó a vivir conmigo. Tiempo después...trajo a un amigo suyo, Ramiro, a vivir con nosotros...” ¿Me lo tengo que aprender de memoria?
Abogado: No, no te lo tenés que aprender de memoria, ¡te lo tenés que creer! Pensá que vas a tener adelante al juez, al fiscal, a los perritos. ¡Te vas a cagar en las patas! Vos tenés que convencerlos a ellos.
Julia: “Poco a poco me empezaron a desplazar. Yo los mantenía. Yo me sentía una extraña en mi propia casa. (Aspiración) Pero trataba de no generar problemas y vivir lo mejor posible. Un día los encontré a los dos en mi cama. Pero nunca se fueron. Eso fue como hace dos años, y ahí empezó todo.”
Abogado: Ahora, lo importante es que ellos te crean a vos y no a Ramiro. No te salgas del libreto y trata de no dar lástima, ¿entendiste? Tenés que ser fuerte.
Mientras seguimos escuchando las recomendaciones del abogado, cambiamos de marco: vemos a Julia bajando de un furgón: la llevan ante el juez.
Encargada: Abajo Señora.
Abogado: Y no vayas a llorar, ¿entendés? Es muy importante que no llores.
En la sala de detención antes de comparecer ante el juez: sólo una verja separa a los presos de las presas.
Presa: ¡Hey macho! ¿Qué haces macho? ¿Qué miren? Hey, ¡respeten, que está embarazada!
Preso: ¿Cuánto falta encargada? ¡Maldición, desde la seis de la mañana que estamos acá!
Presa: ¡Ay, qué calor que hace, chiripa! ¡Y estos hijos de puta que no atienden! ¡Están ahí dentro haciéndose la paja mientras que uno se está cagando de calor acá! ¡Hijos de puta! Mira... ¡Euu! Estos monos, ¡mira el hambre que tienen! ¿De dónde son ustedes, de Campana? ¿Vienen de Campana?
Preso: ¿Quién le conoce a vos pa’ preguntarme de dónde soy, eh?
Presa: Eh, bueno, ¡te estoy preguntando!
Preso: Y vos, ¿de dónde sos?
Presa: ¿Y a vos que te importa? ¡Yo te estoy preguntando a vos de dónde sos!
Preso: ¡Y yo que no te conozco de ningún lado!
Presa: ¿De dónde son? ¿De Olmos? ¡Ah, mira! ¡A mi me dijeron que los de Olmos son todos unos putos! (protestaciones)
¡Mira! ¡Mira! ¡Mira! ¡Maricón! ¡A coser! ¡A coser! ¡Ándate a coser tus bragas! ¡Que no te pongas celoso, que no te lo voy a sacar! (Exclamaciones)
Encargado: Zárate Julia, ¡venga!
Presa: ¡Era hora! ¡Cómo la hacen sufrir a la iba! ¿Por qué no la vinieron a buscar más temprano?
Preso: ¡Suerte Julia!
Ante el juez.
Julia: Conocí a Nahuel. Vino unos días a quedarse en mi casa. Se quedó viviendo conmigo. Entonces, apareció Ramiro, que era un amigo de Nahuel. Se quedó unos días con nosotros...
Juez: Muy bien Zárate. Pero, ¿qué fue lo que exactamente pasó esa noche?
Julia: Esa noche llegué a mi casa, ellos estaban discutiendo en mi habitación, se escuchaban golpes. Después llegó Ramiro, tenía golpes en la cara, fue a la cocina, buscó un cuchillo, volvió. Ahí aparece Nahuel; creo que él fue quien me pegó. El cuchillo estaba en el piso. Había mucha sangre. Yo agarré el cuchillo...Y ahí no me acuerdo más.
Fiscal: Julia... ¿Ellos sabían que estabas embarazada?
Julia: No.
Fiscal: ¿Y por qué no se lo dijistés?
Julia: No tuve tiempo, fue todo muy rápido.
Juez: ¿Sabe quién es el padre?
Julia: Nahuel.
Otro: ¿Se refiere a Nahuel Heredia, la víctima?
Julia: Sí.
síntesis de textos sobre el tema
El tema de la condición de la mujer en las cárceles es bastante desconocido por la mayoría de las personas; no obstante, se ha observado un fuerte aumento del número de presas en todo el mundo durante estos últimos diez-quince años. Dados los escasos estudios y artículos que se publicaron sobre este tema, los que tenemos aquí no son de lo más reciente ya que datan de los años 2000-2006, pero tienen la ventaja de presentarnos una visión de la realidad de las reclusas en tres países diferentes.
El primero, titulado “Cárceles Argentinas: Crueldad en mujeres encarceladas”, fue publicado el 15 de marzo del 2006 en la página Web de Autodeterminación y Libertad (partido socialista argentino fundado por el ex diputado Luis Fernando Zamora a finales del año 2000. www.ayl.org.ar). En este artículo, Luis Fernando Zamora, militante defensor de los derechos humanos, nos habla de la situación carcelaria de las mujeres en Argentina. Luego, el artículo “Relación madre-hijo: la situación de las mujeres encarceladas” es un extracto del segundo número de la Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios publicado en Chile en mayo de 2001. Aquí se nos presentan los resultados de una investigación sobre las reclusas de las prisiones chilenas. Por último, el artículo cuyo título es “Mujeres encarceladas, víctimas de la pobreza”, de El Dipló n°51 (septiembre de 2003), también aborda el caso de las cárceles femeninas, pero no en América Latina sino en Francia. En estos tres artículos cabe destacar unas cuantas ideas que se relacionan con el tema estudiado: primero veremos qué tipo de delitos cometen las mujeres a quienes encarcelan; luego, presentaremos el perfil psicológico y social de esas mujeres así como sus condiciones de vida en la prisión. Después estudiaremos qué consecuencias tiene el encarcelamiento en las presas y para terminar nos enfocaremos en el caso particular de las reclusas que están embarazadas o que ya tienen hijos pequeños. Para empezar, en los tres artículos que estudiamos se nos dice que la proporción de mujeres recluidas suele ser muy baja en comparación con el número total de presos, en Francia en el 2003 eran apenas 2000 presas entre casi 60000 hombres, según el artículo de El Dipló; sin embargo cada artículo pone de realce el hecho de que a partir de los años 1990 se ha notado un aumento impresionante de la población carcelaria femenina [ “un número 10 veces mayor que el de dos décadas atrás” (www.ayl.org.ar), “en la última década se ha incrementado en todo el mundo” (El Dipló), “La tasa de criminalidad femenina en Chile ha manifestado un notable incremento desde el siglo pasado” (Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios) ]. En cada uno de los tres países que estudiamos se explica este aumento por las mismas razones: el incremento de la criminalidad femenina tiene que ver con los “delitos no violentos, especialmente relacionados con el tráfico de estupefacientes” (El Dipló). En Argentina en el 2006, “el 63% de las delincuentes estaban encarceladas por causas sobre el narcotráfico”; estas causas a menudo consisten en transportar drogas, hacer de “mula”. En Chile también se asocia el aumento de la población carcelaria femenina “en razón de los delitos relacionados con la droga”. Ahora, estas mujeres a las que detienen parecen presentar un perfil psicosocial similar. “Suelen ser adultas muy jóvenes, en situación de gran vulnerabilidad social y psicológica” (El Dipló). En Voces de mujeres encarceladas del que tenemos un extracto en el artículo de El Dipló, Andrea Fabre destaca unas características de las presas: son jóvenes, sin mucha o ninguna instrucción, pobres, son “las que no acceden al trabajo, a la educación, a la salud”. En el artículo de la Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios se precisa la descripción de las reclusas diciendo que también influye mucho el núcleo familiar en el que se criaron: a menudo las presas crecieron en una familia en la que la violencia era muy presente física o mentalmente. Volvemos a encontrar esa violencia en el ámbito carcelario, como nos lo demuestran las diferentes descripciones de las condiciones de vida en las prisiones. Lo que llama la atención es que en los tres países encontramos los mismos problemas: instalaciones en número insuficiente, más precarias que las de los hombres e inadaptadas a las necesidades de una mujer: “no toman en cuenta las características del ser mujer” (Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios).
Debido a la falta de cárceles reservadas para las mujeres y al gran aumento de la población carcelaria, se observa un fenómeno de superpoblación en cada uno de los tres casos estudiados; por ejemplo, en el artículo de Autodeterminación y Libertad, al autor nos comenta que cuando escribió sobre este tema en el 2006, el peor caso de superpoblación carcelaria llegaba a cifras como 721 internas en una instalación cuya capacidad máxima era de 374.
Además de todo esto, se plantea la cuestión del dinero: el trabajo en la prisión no es obligatorio pero, pese a que estén encarceladas, las mujeres necesitan tener algún sueldo, bien para los gastos que genera la vida en la cárcel ya que “todas las relaciones pasan por el dinero” (
El Dipló), o bien para mantener a sus familiares. Pero trabajar en la cárcel no es nada fácil: las tareas son muy diversas, las garantías sociales nulas y el salario suele ser “insignificante y extremadamente variable” (El Dipló), entre 100 y 800€ al mes en Francia, en Argentina no supera los 30$ por mes (El Dipló).
También se menciona el hecho de que en la cárcel, les resulta imposible seguir estudiando a las que lo desearan.
Todas estas pésimas condiciones de vida, además de la privación de libertad, afectan de manera muy negativa a las presas; en efecto, se nos habla de la función deshumanizadora de la cárcel, en el sentido en que ya no hay ninguna intimidad, la mujer se desvincula de su familia porque ya no puede ejercer su función de madre y/o esposa y los sentimientos de culpa y de vergüenza desembocan en una pérdida de la autoestima y en la degradación de la imagen de sí misma (Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios). Estos numerosos daños psicológicos se traducen a menudo por trastornos físicos como alteraciones menstruales, el insomnio, la obesidad, perturbaciones alimentarias y digestivas…
Hay muchos casos de depresión, las reclusas caen en la apatía y los suicidios y actos de automutilación son muy frecuentes (El Dipló).
Ahora, vinculado al hecho de que las presas suelen ser muy jóvenes, las prisiones deben acoger también a críos pero hay muy pocos establecimientos que están equipados para esto (www.ayl.org.ar). Sin embargo, la guardería donde se encuentran las delincuentes que están embarazadas o con bebés, es un lugar un poco privilegiado de la prisión y las madres gozan del tratamiento reservado para los niños (El Dipló); en efecto, las celdas son más espaciosas, mejor arregladas y permanecen abiertas a lo largo del día, lo cual permite una libre circulación de las presas en las celdas: pueden ir a ver a sus vecinas y comparten lugares comunes. (El Dipló).
En cuanto a la presencia de los hijos de las reclusas, notamos una diferencia entre Francia y Argentina: en el primer caso, los niños sólo pueden quedarse con sus madres encarceladas hasta cumplir los 18 meses (www.ayl.org.ar), mientras que en Argentina, la ley autoriza que permanezcan con sus madres hasta los 4 años (www.ayl.org.ar). El artículo de El Dipló recuerda que los niños están libres, por lo que se plantea la cuestión de saber qué es lo mejor para ellos: ¿Privilegiar la relación con la madre pero criándolos en la cárcel o romper este lazo vital para ofrecerles una vida fuera del universo penitenciario? (Noemi, 2009-2010)
El primero, titulado “Cárceles Argentinas: Crueldad en mujeres encarceladas”, fue publicado el 15 de marzo del 2006 en la página Web de Autodeterminación y Libertad (partido socialista argentino fundado por el ex diputado Luis Fernando Zamora a finales del año 2000. www.ayl.org.ar). En este artículo, Luis Fernando Zamora, militante defensor de los derechos humanos, nos habla de la situación carcelaria de las mujeres en Argentina. Luego, el artículo “Relación madre-hijo: la situación de las mujeres encarceladas” es un extracto del segundo número de la Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios publicado en Chile en mayo de 2001. Aquí se nos presentan los resultados de una investigación sobre las reclusas de las prisiones chilenas. Por último, el artículo cuyo título es “Mujeres encarceladas, víctimas de la pobreza”, de El Dipló n°51 (septiembre de 2003), también aborda el caso de las cárceles femeninas, pero no en América Latina sino en Francia. En estos tres artículos cabe destacar unas cuantas ideas que se relacionan con el tema estudiado: primero veremos qué tipo de delitos cometen las mujeres a quienes encarcelan; luego, presentaremos el perfil psicológico y social de esas mujeres así como sus condiciones de vida en la prisión. Después estudiaremos qué consecuencias tiene el encarcelamiento en las presas y para terminar nos enfocaremos en el caso particular de las reclusas que están embarazadas o que ya tienen hijos pequeños. Para empezar, en los tres artículos que estudiamos se nos dice que la proporción de mujeres recluidas suele ser muy baja en comparación con el número total de presos, en Francia en el 2003 eran apenas 2000 presas entre casi 60000 hombres, según el artículo de El Dipló; sin embargo cada artículo pone de realce el hecho de que a partir de los años 1990 se ha notado un aumento impresionante de la población carcelaria femenina [ “un número 10 veces mayor que el de dos décadas atrás” (www.ayl.org.ar), “en la última década se ha incrementado en todo el mundo” (El Dipló), “La tasa de criminalidad femenina en Chile ha manifestado un notable incremento desde el siglo pasado” (Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios) ]. En cada uno de los tres países que estudiamos se explica este aumento por las mismas razones: el incremento de la criminalidad femenina tiene que ver con los “delitos no violentos, especialmente relacionados con el tráfico de estupefacientes” (El Dipló). En Argentina en el 2006, “el 63% de las delincuentes estaban encarceladas por causas sobre el narcotráfico”; estas causas a menudo consisten en transportar drogas, hacer de “mula”. En Chile también se asocia el aumento de la población carcelaria femenina “en razón de los delitos relacionados con la droga”. Ahora, estas mujeres a las que detienen parecen presentar un perfil psicosocial similar. “Suelen ser adultas muy jóvenes, en situación de gran vulnerabilidad social y psicológica” (El Dipló). En Voces de mujeres encarceladas del que tenemos un extracto en el artículo de El Dipló, Andrea Fabre destaca unas características de las presas: son jóvenes, sin mucha o ninguna instrucción, pobres, son “las que no acceden al trabajo, a la educación, a la salud”. En el artículo de la Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios se precisa la descripción de las reclusas diciendo que también influye mucho el núcleo familiar en el que se criaron: a menudo las presas crecieron en una familia en la que la violencia era muy presente física o mentalmente. Volvemos a encontrar esa violencia en el ámbito carcelario, como nos lo demuestran las diferentes descripciones de las condiciones de vida en las prisiones. Lo que llama la atención es que en los tres países encontramos los mismos problemas: instalaciones en número insuficiente, más precarias que las de los hombres e inadaptadas a las necesidades de una mujer: “no toman en cuenta las características del ser mujer” (Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios).
Debido a la falta de cárceles reservadas para las mujeres y al gran aumento de la población carcelaria, se observa un fenómeno de superpoblación en cada uno de los tres casos estudiados; por ejemplo, en el artículo de Autodeterminación y Libertad, al autor nos comenta que cuando escribió sobre este tema en el 2006, el peor caso de superpoblación carcelaria llegaba a cifras como 721 internas en una instalación cuya capacidad máxima era de 374.
Además de todo esto, se plantea la cuestión del dinero: el trabajo en la prisión no es obligatorio pero, pese a que estén encarceladas, las mujeres necesitan tener algún sueldo, bien para los gastos que genera la vida en la cárcel ya que “todas las relaciones pasan por el dinero” (
El Dipló), o bien para mantener a sus familiares. Pero trabajar en la cárcel no es nada fácil: las tareas son muy diversas, las garantías sociales nulas y el salario suele ser “insignificante y extremadamente variable” (El Dipló), entre 100 y 800€ al mes en Francia, en Argentina no supera los 30$ por mes (El Dipló).
También se menciona el hecho de que en la cárcel, les resulta imposible seguir estudiando a las que lo desearan.
Todas estas pésimas condiciones de vida, además de la privación de libertad, afectan de manera muy negativa a las presas; en efecto, se nos habla de la función deshumanizadora de la cárcel, en el sentido en que ya no hay ninguna intimidad, la mujer se desvincula de su familia porque ya no puede ejercer su función de madre y/o esposa y los sentimientos de culpa y de vergüenza desembocan en una pérdida de la autoestima y en la degradación de la imagen de sí misma (Revista de Estudios Criminológicos y Penitenciarios). Estos numerosos daños psicológicos se traducen a menudo por trastornos físicos como alteraciones menstruales, el insomnio, la obesidad, perturbaciones alimentarias y digestivas…
Hay muchos casos de depresión, las reclusas caen en la apatía y los suicidios y actos de automutilación son muy frecuentes (El Dipló).
Ahora, vinculado al hecho de que las presas suelen ser muy jóvenes, las prisiones deben acoger también a críos pero hay muy pocos establecimientos que están equipados para esto (www.ayl.org.ar). Sin embargo, la guardería donde se encuentran las delincuentes que están embarazadas o con bebés, es un lugar un poco privilegiado de la prisión y las madres gozan del tratamiento reservado para los niños (El Dipló); en efecto, las celdas son más espaciosas, mejor arregladas y permanecen abiertas a lo largo del día, lo cual permite una libre circulación de las presas en las celdas: pueden ir a ver a sus vecinas y comparten lugares comunes. (El Dipló).
En cuanto a la presencia de los hijos de las reclusas, notamos una diferencia entre Francia y Argentina: en el primer caso, los niños sólo pueden quedarse con sus madres encarceladas hasta cumplir los 18 meses (www.ayl.org.ar), mientras que en Argentina, la ley autoriza que permanezcan con sus madres hasta los 4 años (www.ayl.org.ar). El artículo de El Dipló recuerda que los niños están libres, por lo que se plantea la cuestión de saber qué es lo mejor para ellos: ¿Privilegiar la relación con la madre pero criándolos en la cárcel o romper este lazo vital para ofrecerles una vida fuera del universo penitenciario? (Noemi, 2009-2010)
comentario
En Leonera, Julia y su madre pelean por la custodia de Tomás porque ambas tienen dos visiones distintas sobre qué es lo mejor para él: Julia quiere que se quede con ella en la prisión mientras que Sofía piensa que para el buen desarrollo de su nieto es preciso que salga del mundo penitenciario y que crezca fuera de ese lugar tan poco adaptado a la educación de un niño.
Para la crianza de un niño, ¿qué se debe fortalecer? ¿La relación vital con la madre o el contacto con el mundo exterior?
Es cierto que hay que preservar el lazo que ata el crío a su madre porque es la base de su desarrollo psicológico y social, pero tampoco hay que olvidarse de la importancia del entorno en el que crece un chico.
La relación madre-hijo es esencial para el bebé, sobre todo en sus primeros meses de vida; la madre es el primer punto de referencia, es la que lo llevó nueve meses en su vientre, tiempo en el que ambos organismos formaban una unidad, funcionaban en simbiosis. El apego, el vínculo especial que existe entre una madre y su hijo es un elemento clave que determinará la capacidad relacional que el niño desarrollará a lo largo de su vida. Bien se sabe que un apego muy pobre es uno de los factores que provocarán más tarde dificultades para relacionarse con la gente, problemas conductuales y emocionales…
El apego supone seguridad, quietud, consuelo, agrado y placer; el crío sabe naturalmente que la madre es la que le va a dar de comer, de beber, la que le va a proteger y a curar…
Entonces, bien vemos que si el niño está privado de dicha relación, en el futuro padecerá graves consecuencias, lo cual explica que se intente preservar esta relación hasta en la cárcel, pese a que los hijos de presas sean libres y no tengan por qué quedarse ahí, en ese universo poco agradable. Así, los hijos de presas en Francia se pueden quedar con sus madres hasta los dieciocho meses, pero, ¿qué pasa después cuando la madre tiene que seguir cumpliendo su pena en la prisión? ¿Se puede considerar que a partir de entonces un niño ya no necesita tanto a su mamá? Me parece que es muy poco tiempo, y que el destete es muy brutal, porque si algunos están acogidos por familiares (con quienes el bebé no tuvo casi contacto) la mayoría acaba en orfanatos o familias de sustitución. De esta separación forzada el niño puede quedar traumatizado de por vida.
Por otra parte, está la opción argentina que autoriza la presencia de los niños con sus madres hasta cumplir los cuatro años. Por lo menos, el niño ha podido aprovechar más tiempo del apego vital con la madre, pero tampoco es una verdadera solución porque a menudo los niños no tuvieron la oportunidad de salir de la cárcel durante estos cuatro años. Entonces crecieron y se criaron únicamente en el mundo penitenciario y es en este universo que tomaron y desarrollaron sus puntos de referencia; pero, ¿Cuál será la reacción del niño al descubrir el verdadero mundo? ¿No le parecerá extraño, incomprensible, inalcanzable? ¿No habrá una forma de rechazo a la sociedad por parte del niño?
Además, en la cárcel los chicos crecen exclusivamente con sus madres; ahora bien, se sabe que una relación tan exclusiva con la madre tampoco es beneficiosa para la sociabilidad del hijo porque puede volverse incapaz de arreglárselas sin ella, se siente perdido…
También hay el problema de crecer sin ninguna figura masculina: los niños están todo el día en la guardería con las presas y hasta los encargados son mujeres en las instalaciones penitenciarias femeninas.; no hay ningún contacto con los hombres, excepto unas escasas visitas de familiares, de la pareja…
Por último, el mundo de la cárcel es muy violento, pese a que las guarderías parezcan ser un islote privilegiado, siempre existe la violencia verbal o incluso física entre las reclusas o con las encargadas. En los primeros meses de vida el crío es muy atento, observa mucho su entorno y darle muestra de tanta violencia es muy negativo.
A modo de conclusión, se puede decir que en todos casos el niño sufre el encarcelamiento de su madre y esta situación alterará su capacidad de crear relaciones sociales estables. La pena de prisión no es útil ni para la madre ni para el hijo porque en vez de permitir después la reinserción social, acaba destruyendo al individuo. Según mi opinión, una posible alternativa sería la prisión domiciliaría, pero no hay ningún proyecto de ley al respecto. (Noemi, 2009-2010)
Para la crianza de un niño, ¿qué se debe fortalecer? ¿La relación vital con la madre o el contacto con el mundo exterior?
Es cierto que hay que preservar el lazo que ata el crío a su madre porque es la base de su desarrollo psicológico y social, pero tampoco hay que olvidarse de la importancia del entorno en el que crece un chico.
La relación madre-hijo es esencial para el bebé, sobre todo en sus primeros meses de vida; la madre es el primer punto de referencia, es la que lo llevó nueve meses en su vientre, tiempo en el que ambos organismos formaban una unidad, funcionaban en simbiosis. El apego, el vínculo especial que existe entre una madre y su hijo es un elemento clave que determinará la capacidad relacional que el niño desarrollará a lo largo de su vida. Bien se sabe que un apego muy pobre es uno de los factores que provocarán más tarde dificultades para relacionarse con la gente, problemas conductuales y emocionales…
El apego supone seguridad, quietud, consuelo, agrado y placer; el crío sabe naturalmente que la madre es la que le va a dar de comer, de beber, la que le va a proteger y a curar…
Entonces, bien vemos que si el niño está privado de dicha relación, en el futuro padecerá graves consecuencias, lo cual explica que se intente preservar esta relación hasta en la cárcel, pese a que los hijos de presas sean libres y no tengan por qué quedarse ahí, en ese universo poco agradable. Así, los hijos de presas en Francia se pueden quedar con sus madres hasta los dieciocho meses, pero, ¿qué pasa después cuando la madre tiene que seguir cumpliendo su pena en la prisión? ¿Se puede considerar que a partir de entonces un niño ya no necesita tanto a su mamá? Me parece que es muy poco tiempo, y que el destete es muy brutal, porque si algunos están acogidos por familiares (con quienes el bebé no tuvo casi contacto) la mayoría acaba en orfanatos o familias de sustitución. De esta separación forzada el niño puede quedar traumatizado de por vida.
Por otra parte, está la opción argentina que autoriza la presencia de los niños con sus madres hasta cumplir los cuatro años. Por lo menos, el niño ha podido aprovechar más tiempo del apego vital con la madre, pero tampoco es una verdadera solución porque a menudo los niños no tuvieron la oportunidad de salir de la cárcel durante estos cuatro años. Entonces crecieron y se criaron únicamente en el mundo penitenciario y es en este universo que tomaron y desarrollaron sus puntos de referencia; pero, ¿Cuál será la reacción del niño al descubrir el verdadero mundo? ¿No le parecerá extraño, incomprensible, inalcanzable? ¿No habrá una forma de rechazo a la sociedad por parte del niño?
Además, en la cárcel los chicos crecen exclusivamente con sus madres; ahora bien, se sabe que una relación tan exclusiva con la madre tampoco es beneficiosa para la sociabilidad del hijo porque puede volverse incapaz de arreglárselas sin ella, se siente perdido…
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